Recuerdos de Bosco.
Cuatro años desde ese agrio 2015.
Qué efeméride… de las que mejor no hablar, pero no confundo el olvido de un día con el recuerdo de una vida.
Apareces muchos días en mi vida, pero solo algunas veces es bueno hacer
público mi recuerdo. Hoy es uno de esos días, porque muchos necesitan
saber que no fue azar el que dejaras una profunda huella en sus vidas.
El nacimiento es azar, pero en la vida cada uno decide si quiere hacer
del caos música o ruido. Ni que decir tiene cual fue tu elección.
Te gustaba Nyman, ‘Es casi siempre lo mismo’ decías con los ojos
semicerrados. A mí me cansaba esa parsimonia, ese lento avance hacia la
frase final. Pero tú no lo veías así, no tenías como yo el sentido épico
de la redención del momento final, el valor en la derrota o en el
triunfo. Para ti, bien lo veo ahora que no caminas, cada paso era un
paso, y al final de un paseo siempre habías dado muchos pasos. Todo se
construye poco a poco.
Todo se construye poco a poco. Repetida,
quizás manida frase. Pero no había incertidumbre en tu camino, ni
pereza. Tan solo una permanente falta de prisa ¿acaso se construyó lo
hermoso arañando el tiempo? Qué dislate, que derroche de oportunidad, en
todo lo que pudo hacerse útil y bello, y solo fue un parche, un apaño,
atropellados por la prisa.
30 años tardaste en terminar, en dar
un final dirías tú, uno de los posibles pero siempre hermoso y cuidado,
al primer poema que compartiste conmigo cuando tenías 17 años. Y que no
se equivoque nadie con esto, porque yo sé que a veces hay que esperar
media vida para hallar la salida del laberinto de un poema.
Paciencia y belleza. Ese era el necesario precio de la belleza. Y tú lo
aprendiste pronto. La paciencia, para ti, no era lo que te hacia ser
lento, sino el resultado de tu forma de entender la belleza. La veías en
todo lo que hacías, en la espuma que se desprende vital desde la
esponja, en las curvas que dibuja sobre platos y bandejas, en el suave
desprenderse amiga del agua, en el remolino que siempre gira hacia el
mismo lado y se la lleva a un mundo invisible en el que el blanco
desaparece pero la suave curvatura de las burbujas se mantiene.
Política era amistad, compromiso, presupuesto bien empleado, obra bien
hecha. Que otros se lleven la gloria de las vacías palabras; para ti
quedaban los ladrillos bien puestos, la pintura bien secada, el valor
intangible de una esquina en perfecto ángulo recto, de una calle en la
que las canicas corrieran precisas como bolas de billar, de una escuela
en la que el peor castigo fuera no estar en ella.
Pusiste luz, la
más cálida y amable, la que deja paz y no crudeza, porque contigo solo
hubo una forma de negociar: todos ganan, tu especial forma de triunfar.
No se te respetaba por tu poder sino por tu capacidad de evitar el
choque de poderes. Tu discurso pausado, tu evidente intención de cambiar
pistolas por abrazos, desarmaba a unos y a otros y establecía siempre
un territorio en el que la paz verdecía y nadie quería abandonar.
En el sentido más valioso y amable fuiste un inolvidable gran hermano, querido Bosco.
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