La tía
María.
1.
Cuando niños..
En el primer
recuerdo de que tengo de la tía la veo, la imagino, con una falda de cuadros,
con una larga trenza, caminando por el secadero llevando de las riendas al
‘Preferido’ o al ‘Caramelo’.
La tía María tenía
algo especial, que nos atraía a todos, no solo que era risueña, bonita y
divertida. Carecía de esa solemnidad que asociábamos a nuestras madres, o las
otras tías que también eran madres. Era muy joven, casi como la prima mayor y,
como para reñirnos ya estaban todas las demás, incluida la tía Merche, a ella
le tocaba todo lo contrario: la diversión, los cantes regionales (el Belén y
Villancicos) y las salidas al pueblo, al cine.
El que fuera
la parte inseparable de la tía Merche, nos daba otro punto más de unión, porque
podía tomar el papel de ‘poli bueno’ y rebajar, solo en algunos casos, las
penas que la organizada e implacable tía Merche nos repartía, seguramente con
toda la razón.
Estaba en
todas partes, quiero decir que formaba parte del núcleo ‘solido’ de la familia.
Ella, el abuelo y la tía Merche. Todos éramos familia, pero sentirte en el
meollo de la familia lo notabas especialmente en la calle Dormitorio o en el
Viso. Y allí, siempre estaba la tía Maria.
La
independencia de la tía también era algo que a los más mayores nos llamaba la
atención, y a mí en particular, que de niño
andaba siempre mezclando la fantasía con la modernidad, me impresionaba.
Para colmo, desde muy joven ¡tenía coche! El remate del tomate. Mujer joven y
con coche. Ahora parecerá un anuncio de búsqueda de trabajo de los 90, pero
recién estrenados los 60, molaba como pocas cosas.
2.
La extranjera
Una tarde de
finales de Junio, del 60-61, volvíamos Bosco y yo de la Huerta Chica pasando
por el limonar que quedaba a la izquierda de la Granja.
Habíamos
estado jugando con Blasito a indios y vaqueros, y a él, como de costumbre, le
había tocado el papel de malvado indio solitario que se enfrentaba a dos
valientes cow-boys representados, de forma indisoluble, por Bosco y yo mismo.
Para estos menesteres usábamos el territorio del medio talado eucaliptar que
lindaba con la Huerta Chica y la vecina plantación de jazmines. De los grandes
tocones de eucaliptos habían crecido numerosos renuevos en su periferia, así
que doblándolos un poco se podían hacer unos teepees indios de lo más chulo. Blas
tenía el suyo y, a cierta distancia, que daba lo justo para no vernos
directamente, teníamos el nuestro. El asunto no era tanto el entrar en salvaje
pelea sino el hacer planes de emboscada y sorprender así al rival. Supongo que
esa era la parte más aburrida para Blas, porque poco dialogo podía hacer con su
escasa tribu, pero para los vaqueros era una de las partes más historiadas. Al
final el juego en sí mismo era una versión del esconder que podríamos bautizar
como ‘el sorprender’. Nadie quería una sangrienta cabellera, nos bastaba con
una educada rendición, que además tenía la ventaja de poder reutilizar a los
guerreros en un sinnúmero de conclaves, emboscadas y educadas rendiciones.
Al salir a la
cuesta de la granja vimos a la altura del Corralón a la tía Maria, con uno de
esos bonitos vestidos floreados de finales de los 50, que venía acompañada de
una chica vestida de puro verano con un elegante conjunto marinero en blanco y
azul marino. Automáticamente Bosco y yo nos pusimos estiradamente a alisar
ropas y pelos, preparándonos para la presentación.
-
Oye ¿la conoces?
-
No será una prima de Valencia, no?
-
Ni idea
-
Hola, dijo la tía, estos son mis sobrinos Bosco
y Javier. Ella es Cristine.
Se nos
subieron un poco los colores mientras le dábamos la mano, supongo que no
confiábamos mucho en la limpieza de las manos de un vaquero.
Era rubia, muy
clarita de piel, y era… francesa. Yo no tenía más de 8 años, y Bosco 10, pero
una francesa es una francesa, aunque tú seas un niño.
De voz muy
suave y sabiendo poco español, vimos por allí nuevas posibilidades de hacer el
verano más interesante. Y nos llenaba de orgullo tener una tía que tenía amigas
francesas. Casi nada la tía María.
Con la tía
Merche y sobre todo con el abuelo, aprendimos rápidamente como hablar con un
extranjero: despacito y con voz muy alta. Fácil. Después vimos en las películas
españolas que eso era lo que hacían todos
-
¿Qué, a que aquí se está mejor que en Francia?
¿Te gustan las naranjas? Ahora casi no hay pero tenemos mucha fruta ¿Te gustan
las ciruelas? , tronaba el abuelo entre almuerzos y cenas
-
¿Vols mes
ous? ¿te gustan mes fets, mas hechos, jijiji? Le soltaba la tía Merche algo
más suave.
Cristine,
decía que si a casi todo, mientras la tía Maria, para nuestra sorpresa le
hablaba algo en francés y sobre todo en un tono tan suave, que a Bosco y a mí,
nos parecía seguramente inadecuado después de lo bien que lo había hecho el
abuelo. En fin ella sabría, para algo era su amiga.
Creo que fue
más idea de Bosco que mía propia la de aprender algunas palabras en francés,
supongo que por lo de quedar bien con Cristine, ya que ella nos preguntaba a
menudo como se decía esto o aquello. Pero pronto se nos ocurrió otro uso más
fantasioso, más propio de la edad que teníamos
-
Oye ¿a que estaría bien que pudiéramos decir
algo que no entendiera Blasito? Así podríamos hacer planes delante de él y ni
caso
-
¿Como un lenguaje de espías?¿Como una clave?,
pregunté yo
-
No, menos lioso. En francés, contestó Bosco como
si me estuviera revelando el Secreto de Fátima.
-
¿En serio? Pues estaría bien, aunque seguro que
es difícil.
-
Le preguntaremos a Cristine, pero palabra por
palabra, para que no se dé cuenta.
Aquí Bosco
alcanzó una cumbre en la predisposición conspirativa, pero creo que fue más por
su carácter teatrero que por pura insidia mafiosa.
Y así, a lo
largo de unos días, como Gila en el tratamiento sicológico que hay que adoptar
como investigador policial en un crimen dejando caer ante el sospechoso frases
como
-
Aquí ha muerto alguien
-
La gente no se muere asesinada porque si…
-
Alguien ha matado a alguien….
hasta que el
sospechosa se derrumbaba ante pruebas tan evidentes, Bosco y yo alternándonos
le preguntábamos a Cristine
-
¿Cómo se dice cuchillo en francés?
-
¿Cómo se dice matar en francés?
O, para
despistar, la pregunta iba en otro tono..
-
¿En Francia hay indios? ¿Y cómo les llamáis?
Y, así hasta
tener una temible frase conspirativa, o dos..
‘Cow-boy avec
couteau endian tuer’
Literalmente
‘Caoboy con
cuchillo indio matar’
¡¡De traca!!
Los caoboys hablando en francés como puñeteros indios. La realidad siempre
supera a la ficción.
Durante un par
de semanas hicimos el gilipollas diciendo como pavos la estúpida frasecita en
los alrededores de Blasito, como si fuera una novedad después de un verano de
instantáneas y educadas rendiciones.
Llevamos a
Cristine por toda la finca, las albercas, los pozos, la Granja, la casa de
Marina y con la tía al volante fuimos a Carmona, el Viso y Mairena. Pero un
viaje quedo especialmente en mi memoria…
3.
A la playa! Mi primer
viaje a Cádiz.
Como buena
Grau, la tía Maria era tempranera, ¡que manía de familia! Así que salimos del
Viso, una mañana como a las 7, los cuatro rumbo a Cádiz.
El Citroën de
la tía era de los que tenían los asientos flotantes, sujetos con anillas y
gomas negras a los tubos del bastidor. Era muy cómodo, al menos para los niños.
Aquella manera de balancearse era de lo mejor. Eso, lo especial que era el
coche, tan diferente y sencillo, también encajaba muy bien con el carácter de
la tía. Moverte sin complicaciones.
Del viaje, aparte
de lo tranquilo, la tía nunca fue de pedal a fondo, recuerdo que al pasar por
El Torbiscal, tan bonito su cortijo, el palmeral y la capilla, nos pasó por
encima una vieja avioneta biplano, que andaba fumigando el algodonal. Le vi el
casco al piloto, un clásico casco de cuero marrón, y aún recuerdo el olor del
insecticida y el combustible de avión. Cuando en la película ‘Apocalipsis Now’
el chalado coronel surfista medio atufado de Napalm suelta aquello de ‘Esto
huele…. a victoria!!’ me trae al recuerdo aquel viaje con mi primera extranjera,
con aquel avión y yo mismo pensando ‘Huele… a modernidad!!’. No imaginaba
entonces que algún día detestaría como a la peste tanta modernidad futura..
‘Cádiz salada
claridad…’ La ciudad fue un impacto para mí, cuando pasé Puerta de Tierra y
paramos junto al Ayuntamiento, con el puerto y sus grandes barcos a un lado y
sobre todo cuando vi el precioso Reloj-Jardín con sus hermosos rosales. Mire a
la tía y aunque ella no se diera cuenta, la quise con toda mi alma por llevarme
a un sitio tan bonito. Como decía Bosco, en una tarde con la lluvia en los
cristales del coche del abuelo,
‘Éramos niños con la mejilla
ardiendo,
al este del
edén camino de un teatro.
Si todo es
plenitud en estas horas
no parece que
pueda dibujarse
mejor el
paraíso.’
El desayuno
tardío, las compras, las bonitas postales de recuerdo, el paseo hacia playa
Victoria, y la playa con su densa frescura salina. El día llenó mi caja de
recuerdos, hasta rebosar. El camino de vuelta, el olor a Nivea en el
balanceante Citroën, la piel enrojecida de vida y un suave sopor… realmente
estuvimos en el Paraíso de la tía Maria.
4.
De marcha…
Con aquel Citroën,
y con los siguientes, hicimos muchas salidas. Las clásicas de Navidad y muchas
otras a Carmona, el Viso, Mairena.
Las más
repetidas fueran las de Carmona. Germán, Bosco, la tía y yo, cuando a ella le
dio por las visitas ‘culturales’ a tiro hecho. La cosa iba de ver ‘Casas
Nobles’. Comenzábamos con una paradita en la heladería La Ibense o La
Alicantina, que estaba enfrente de la iglesia que tenía una torre parecida a la
Giralda. Una vez estuvimos allí con el abuelo, y venia Maxi, el hijo de
Maximiliano, el que habitaba la casa de la Huerta Chica. Maxi era de hablar
bien cerrado, más de la zona de Tocina. Así que nos bajamos del coche al lado
de la torre y Maxi de lo más emocionado y señalando hacia arriba le gritaba al
abuelo:
-
Señoritu, anyanrriba hay unniu enciguennña.
-
¿Qué diu el xiquet? No l’antenc res.
Hasta el
tercer o cuarto pregón no cayó el abuelo en lo de las cigüeñas. Bosco y yo nos
llevamos más de un sermón de la tía porque nos pasamos toda la semana haciendo
de Maxi. No lo hacíamos tan mal…
-
No está bien burlarse de los que no saben hablar
mejor porque no han tenido una educación como la vuestra
Eso era otra
cosa..
Volviendo al
tema cultural, cucurucho de helado en mano, de fresa o de limón, tirábamos
adentro por el bonito barrio viejo de Carmona. En cuanto la tía hallaba un
noble portón, que daba a un no menos noble patio, sin cortarse un pelo llamaba
a la puerta:
-
Buenas tardes, es que estamos de visita y nos
gustaría si no es molestia para ustedes mirar el patio. No es necesario que nos
abran, desde aquí ya podemos..
El cebo estaba
echado y funcionaba perfectamente la mayor parte de las veces
-
Faltaría más. Pasen ustedes y mírenlo el tiempo
que necesiten.
-
Qué bonito!! Miradlo bien niños, que están cosas
ya no se hacen…
Y los nobles
señores de la noble casa se quedaban tan anchos. Y nosotros vimos muchos
bonitos patios. Todos contentos
Pero donde la
tía mostró la mejor mano de volante que tenía fue en Carratraca. Aparecía por
allí y se quedaba a pasar el día. A media mañana nos íbamos hacia el embalse
del Chorro o a ver algún sitio bonito entre Alora y Ardáles. Las carreteras de
la zona eran de aúpa: cuestas abruptas, curvas cerradas, caminos de grava y con
frecuencia cuando estábamos en lo más alto decía la tía:
-
Y ahora a ahorrar. Pongo el coche en punto
difunto y a dejarnos llevar
Y dicho y
hecho. Cuesta abajo sin marchas. Menos mal que aquellos coches no tenían
servofreno porque con el motor parado ya podíamos ir frenando con las uñas. A mí
me parecía estupendo pero no todo el mundo opinaba igual ¿verdad Olimpia?
También,
aprovechando que el velocímetro tenía la tapa rota…
-
¿A cuánto queréis que lo ponga? Vale, a 100!!
Un toque con
el dedo y allá iba el Citroën marcando 100. Sencillo, como la tita María..
5.
Los rojos, esa
izquierda..
-
Y estos..? Que sinvergüenzas. Que no han dado
nunca un palo al agua, y hablando de dar ejemplo. Y venga a pedir impuestos por
esto y por lo otro, y ellos con coche oficial y tan campantes. Y que no hay
forma de echarlos. 30 años agarrados al sillón como garrapatas y los que
caigan. ¿Socialistas? ¡Narices! ¿a ti que te parece Javier? Y cuando trabajaste
para la Junta ¿te pagaron a tiempo alguna vez? Y que me vas a decir de los
sinvergüenzas de la UGT ¿Cuánto te deben?. ¡¡Compañeros, contra el empresario!!
¡ya ves! lo explotador que tú eres, que eres el último en cobrar en tu empresa…
Y que no se les pueda meter mano…
Cuantos días,
de esta guisa, en las veces en que coincidíamos en casa de mi padre, o en la de
la tía Concha, o en las Primadas, me ponía la tía en solfa a los rojos, als
roixos, como decíamos en broma. Y con razones o sin ellas, una cosa era
innegable: yo trabajaba y no cobraba. Y ahí sí que no se podía hacer otra cosa
que aparecer como un explotador de viudas y huérfanos y viure com un pobret.
Aunque debo añadir que al final en la UGT hubo gente honrada y cobré todo lo
debido… tarde pero cobrado.
Con todo,
Manolo Chávez a un lado, al que más manía le pilló fue al infausto, al
intragable, al ubicuo Monteseirin. Mentarle a este era mentar al diablo en el
convento. Y como ahí coincidíamos en todo, debo decir que cuando salió Zoido de
alcalde fue también la primera vez en mi vida en que voté a alguien que me
gustaba poco para echar a alguien que no me gustaba nada. Y así sigo. Yo ya no
voto para poner sino para echar. No quiero ser perro fiel, sino pateador de
culos. Bueno, eso es otra historia. Pero esa primera vez se lo dediqué a mi
tía.
No sería justo
dejar las cosas aquí. Porque no he hablado del profundo sentido de la injusticia
de la tía María. No es que simplemente esté contra la izquierda por principios
heredados. Porque hay más gente en la familia que trabaja mucho y cobra poco…
-
Y el primo Manolo? Tú y el primo Manolo sois los
que más habéis trabajado y los que menos mérito y dineros habéis sacado de eso.
Que injusto…
Y el primo
Manolo no es una víctima de los rojos, sino de todo lo contrario. A él son las
multinacionales azules las que lo ponen en rojo. Lo humano es estar al lado de
la familia y es, a veces, el amor por lo propio lo que nos hace injustos, pero
también nos lleva por encima de creencias y manías.
6.
Epílogo
Y llegamos a
la parte final de este escrito. Y el final siempre nos gusta que sea
bueno, incluso lo mejor de la historia.
Hay que reconocer que los recuerdos de niño a estas alturas de nuestra vida
siempre nos parecen más hermosos, más luminosos. Y no solo porque tienen el
toque de lo inocente y lo inexplorado, sino porque alrededor del niño están sus
padres, sus hermanos, primos, tíos, abuelos. Todos están allí. Y por eso tienen
ese peso mágico. Esa dulzura irresistible. Las historias de mayores son más hoscas,
más fugaces porque fuimos mayores a costa de dejar que el tiempo se moviera muy
de prisa. Así que una historia de recuerdos sigue el paso del tiempo y eso no
se puede evitar. ¿Está entonces lo mejor al principio?
No. No somos
Peter Pan. No nos hemos negado a crecer y hemos aceptado a veces con lágrimas y
otras con alegría y alivio, los cambios de la vida. Por eso sabemos que no
importa en qué parte fuimos un trozo de la vida de otros. Lo que importa es
haber formado parte de esas vidas, como tú has sido desde siempre parte de las
nuestras, querida tía Maria.
Gracias. Interesado por referencias en "A la playa!. Mi primer viaje a Cádiz". Agradecería respuesta. rubiales@us.es
ResponderEliminar