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Este obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported. Cuadernos de Casa Alta: agosto 2013

jueves, 22 de agosto de 2013

La habitacion cerrada - Soy bicho, luego existo.



Soy bicho, luego existo...

Esta afirmación rupturista surge tras uno de esos procesos mentales de dejarse llevar, que en esta época suelen comenzar con algo que tiene que ve con 'la caló que hase..'

He bajado hace un rato al patio a ver al chico que lleva la jardinería y el mantenimiento en Las Dueñas, con el objeto de verificar que la refrigeración esta funcionando correctamente. Desde luego mi pellejo de bicho ya lo había confirmado, pero la circunvolución de control supremo de mi hermana Fabiola no se conformaría con una afirmación tan rustica, así que bajé para obtener un informe completo con un testigo de primera mano que se integrara con la llamada - denuncia que ella había hecho unas horas antes a la empresa responsable del sistema de refrigeración. 

Los procesos mentales no se calman con simples afirmaciones, requieren un completo trabajo de apaciguamiento, en parte porque la propia mente, tan superior ella, no se va a conformar con una promesa, con unos indicios de orden, con unas posibilidades. Ella no es tan ingenua como el cuerpo, tan bobo, que cuando nota que la temperatura es baja siente frio y cuando es alta siente calor. Esa sencillez hiere a la mente, la exaspera, 'es tan inocente, tan capullo, se traga cualquier cosa'. Claro, 'un bulto como esta carne, que nunca ha estudiado, que nunca ha seguido un debate en Telecinco, que jamás hará una llamada', para contestar a la llamada perdida, que te hicieron porque tu te equivocaste de numero y aunque pusiste 2 SMS y 1 Whatsap, no fueron leídos,... 'que mas da, este cuerpo solo será carne tonta y conformista'.

Al bajar, caminando por la escalera, observo, como es habitual, que de las ventanas del hueco de la escalera que dan al patio, están abiertas las de los pisos 3, 4 y ático, así como la propia puerta de salida al patio. A esta bella hora, 17:50, lo único que esta apertura aporta es un calor de cojones. A unos metros de la puerta hallo al muchacho del mantenimiento y me explica que hoy se ha cambiado un sensor de temperatura y que a partir de las 16.00 aproximadamente ya funcionaba la refrigeración correctamente. Mientras me habla, miro las ventanas y puertas de los demás portales y compruebo que la población de esta barreduela es impecablemente estadística, piso mas o menos, ventana mas o menos, con la desviación estándar ajustada al 95%, todos meten decididamente un calor de cojones en sus propios huecos de escalera.

La refrigeración pasiva es un hecho no solo conocido (ámbito de la mente) sino practicado (ámbito del cuerpo - bicho) desde hace muy largo tiempo en arquitecturas tradicionales. Desde el color de las viviendas (blanco) a los elaborados sistemas que combinan aljibes subterráneos, patios y torres o minaretes, para mantener las temperaturas de nuestro entorno lo mas agradables posible. Y, ¿saben al final quien disfruta de ese agrado? El tonto el culo del cuerpo, esa cosa boba, bulto, ese es el que se lleva el disfrute.

Pero quizás eso solo pase allí donde doña sofisticación (mente) no pone muchos reparos en convivir con don termómetro. AQUI es diferente. Y este AQUI no solo abarca la barreduela, la calle, el barrio entero, la misma Sevilla. Excede países y continente, abarca el todo mundo donde haya dinero para pagarse un aire acondicionado. Pagárselo. La felicidad de un cubano es tener las pelotas encogidas de frio. La de AQUI es tener 40 grados a la puerta de casa y el moquillo de puertas para adentro aunque mi moquillo me cueste mi dinero.

Mientras subo a casa recuerdo el que quizás haya sido mi único triunfo social, lo que parece poco después de tanta asamblea, de tanto camarada, de tanta pintada, tanto cartel y panfleto, tanto espray y tanta carrera hacia lo lejos. Mientras vivía en Florencio Quintero, si hombre, una calle cuyo mayor merito reconocido era su proximidad a esa otra con nombre de agua embotellada, la Sánchez Perrier, que a su vez era meritoria por su edificio de la Seguridad Social, mantuve una buena relación con vecinos y comunidad. En el fondo estoy convencido de que fueron las frecuentes visitas de varias amigas muy expresivas, y la variedad de ellas, los que me dieron esa credibilidad social (creo firmemente en la frase 'Hacer el amor es divertido: conoces gente') más que las exhibiciones del 'Investigación y Ciencia' en mis desayunos en el bar de enfrente. Logre convencer al presidente de la comunidad de que solo se abriera la ventana del pasillo del cuarto piso que daba al patio, así el aire frio del amplio zaguán subía por el hueco de la escalera aspirado por el aire caliente del piso superior que salía por la mencionada ventana, refrescando escalera y pasillos. Tras unos días de prueba el presidente me dijo que le gustaba como funcionaba aquello. Unos años después, en 2002 me fui a vivir a Almensilla. En 2012, aprovechando que pasaba por la zona me acerque a mi antigua casa para saludar a los vecinos. Encontré al antiguo presidente y tras los saludos y frases comunes me dijo: '¿Sabes que aún seguimos manteniendo tu idea de la ventana?'. Salí de allí con la sensación de haber hecho algo en la vida y por ello permanecer en lo que la gente hace, que seguramente dura más que permanecer en una memoria en la que la historia son hojas al viento.

En esta sociedad, tan llena de titulados y de conocimientos, de información de todo tipo, es cada vez mas patente la visión premonitoria y certera del gran Ortega y Gasset, tan tempranamente recogida en 'La rebelión de las masas’. En un siglo en que la loa a las rebeldías ha sido mucho mas empalagoso e insufrible que las propias rebeldías (apenas unas cuantas han tenido valor y originalidad, la mayor parte han sido copias malformadas) este titulo, que podría atraer por igual a la izquierda y al fascismo, no corresponde a lo que sugiere: una rebelión por un buen motivo, sino todo lo contrario. El resultado de esta rebelión es el insufrible triunfo de la vulgaridad, de la nada más absoluta en nombre del derecho a hacerlo.

Unas cuantas citas dejan meridianamente claro por qué este libro no es sino un titulo pegado a un filósofo en lugar de ser una obra capital del siglo XX:

"El hombre-masa es el hombre cuya vida carece de proyecto y va a la deriva. Por eso no construye nada, aunque sus posibilidades, sus poderes sean enormes".

"Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral".

"Quien quiera tener ideas necesita antes disponerse a querer la verdad y aceptar las reglas del juego que ella imponga".

"Porque a la postre la única cosa que sustancialmente y con verdad puede llamarse rebelión es la que consiste en no aceptar cada cual su destino, en rebelarse contra sí mismo".

"¿Cómo no temer que bajo el imperio de las masas se encargue el Estado de aplastar la independencia del individuo, del grupo, y agostar así definitivamente el porvenir?".

Pero de entre todas ellas me quedo con esta. Ninguna define mejor la proliferación de declaradores profesionales en todos los medios, procedentes de todas partes, de todos los orígenes. Ninguna explica mejor por qué se nos encoge el cerebro y por qué el corazón pierde las esperanzas y solo va confiando ya en el destierro o las hostias: 

"Ya no es sazón de escuchar, sino al contrario, de juzgar, de sentenciar, de decidir. No hay cuestión de vida pública donde no intervenga, ciego y sordo como es, imponiendo sus 'opiniones' ".

Pero no hay problema
Vivamos los días de la suave primavera,
gocemos los dulces frutos del verano.
Mañana, quizás mañana,
lloremos los diez mil días del ayer.

(Como tengo por costumbre cito el lugar de donde he tomado estas citas:http://literatura.about.com/od/delasobras/a/Citas-De-La-Rebelion-De-Las-Masas.htm )

Javier Navarro