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Este obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported. Cuadernos de Casa Alta: Historias de Cotos - La temporada (II)

sábado, 24 de marzo de 2012

Historias de Cotos - La temporada (II)

La escuela.

-          Javier, hazle la ficha a Luis, que se quedará con nosotros hasta el final de curso. Después le tomas una lección de lo que estamos dando ahora en tu grupo y ya me dices como le ha salido.

Hace tres años que Javier hace las fichas de los nuevos en el cole y también hace de ayudante de la maestra en dar lecciones a otros niños de menos edad, entre otros los hermanos Climent, Vicente y Fernando, que son los que vienen de mas lejos. Cada día caminan 6 kmts si el padre o el hermano mayor no los pueden acercar. Lo de las fichas se le ocurrió a doña Pastora, una teresiana muy ocupada y feroz organizadora. A Javier le da prestigio, pero ya esta un poco harto del tema. Hace también tres años que estudia el mismo libro y si  no fuera por la permanencia (dos horas extras de clase después del colegio) no tendría nada que hacer.

La escuela es una gran habitación de 70 m2, diáfana con tan solo un gran pilar de soporte situado más o menos en su centro. Tiene dos puertas de entrada, cada una con dos escalones de cemento y cada una también con un limpia suelas de hierro al lado derecho de los escalones. Estos limpia suelas consisten en una pletina de hierro de 7 mm de grueso, 6 cts. de alto y 40 cts. de largo que tiene soldada en sus extremos dos barritas cilíndricas que se clavan en el suelo, dejando elevada la pletina unos 20 cts... En los días de lluvia era necesario, y obligatorio limpiarse con ella el barro que llevaban adherido los zapatos, que con frecuencia podía pesar el doble que estos. Todas la casas tienen uno al lado de la puerta.

Tiene la escuela 2 ventanas por el lado de las puertas y 3 por el otro lado, que da al norte. Son de madera de pino pintadas de verde, como las puertas. Al fondo de la habitación hay un pequeño retrete que pertenece a, y se comunica con, la casa de la maestra. Todos los niños dicen de forma convencional ‘Señorita ¿puedo ir al cuartito?’ y cuando la maestra les da permiso salen al exterior y orinan sobre la pared que da a la carretera o sobre la que da al norte, depende del frio que haga. Las niñas si pueden ‘ir al cuartito’ con propiedad, pues no se considera edificante lo de hacer mear a las chicas en plena calle.
    
Es luminosa la escuela, con frecuencia estará una de las puertas abierta, y en general bien ventilada. En el frente a la izquierda hay una pizarra, de marco de madera de pino,  en el centro esta la mesa de la maestra y a la derecha hay un mapa de España de un tamaño similar al de la pizarra. Delante de una y otro hay un banco sencillo de metro y medio de largo, en la parte del mapa hay dos bancos más de esa clase. Se usan para sentar a los más pequeños y forman como un parvulario dentro de la escuela. En el lateral izquierdo hay un armario de doble puerta con cristales en el que están las fichas de los alumnos, libros de lectura, catecismos, cuadernos de clase, cuadernos de caligrafía, libros de imágenes para la clase de dibujo, tizas blancas y de color, pequeñas pizarras individuales, cajas de lápices y pizarrines, de los que chillan y de otros tiernos que dibujan maravillosamente. Además hay tinteros, plumines, sacapuntas y borradores. También tiene unos botes de cola liquida que huelen a libros nuevos. Al fondo a la derecha hay otro armario, mas alto, mas convencional, con dos cajones en la parte baja, que tiene los enseres para la misa, que se celebra allí cada Domingo o cada dos Domingos, según esté el tiempo, el cura y la carretera. Tiene el armario en sus perchas una o dos albas, tres casullas (roja, verde, morada), cíngulos y manípulos de los mismos colores. Una pesada ara, forrada de lienzo blanco. Un cáliz, que también hace de copón. Dos candelabros y un atril de  bronce, vinajeras, lavamanos, patena, dos palmatorias. En los cajones hay amitos y manteles para cubrir la mesa de la maestra que hará de altar.

Seis filas de pupitres dobles, con asientos abatibles, de pino, cada fila con cuatro bancas, son el lugar de trabajo para los hasta 50 chavales que puede contener la escuela. Y es valido lo de contener, que no retener, pues muchos preferirían vagar tras zorzales y ‘londros’, tras gorriones y ranas, en lugar de agotar sus inquietas cabezas en el vasto conocimiento de las enciclopedias Álvarez, cuyo primer tomo tiene lo menos ¡60 páginas! Y si sobrevives a eso te espera el segundo, que muérete, tiene lo menos 100.



La planta

La ‘planta’ (la plantada) una tarea agotadora en la que los hombres van a hacer hasta 10 o 12 horas al día en una forma de trabajo que se llama ‘por cuenta’, en la que no  se pagan las horas realizadas sino la superficie trabajada. Cada grupo de ‘plantaores’ se llama una cuadrilla y esta formada por unos 20 a 40 hombres que pueden ya venir formando parte de una de ellas o integrarse en alguna a medio hacer. En cierto sentido es un trabajo profesionalizado y los mejores, los más fuertes y expertos forman cuadrillas que se unen año tras año y con su ‘encargao’ negocian con los propietarios el precio por hectárea y las hectáreas a hacer. Además se negocian otras cuestiones: alojamiento temporal, comida y bebida, otra contratación para el resto de temporada, etc. y eso que ya es conocido por todos se arregla en unas cuantas frases, con un ‘caldo gallina’ o unos ‘Ideales’ quemándose lentamente en la esquina de los labios. Se habla poco y cuanto menos hables mas entiendes del tema. Eso también es parte del negocio y esas reglas son las que hay. La fanfarronería no dura más de una temporá aunque los fanfarrones duran mas de uno y mas de dos. En el campo ‘to se sabe’. 

Alrededor de la cuadrilla de ‘plantaores’ aparecen otros empleos: los que arrancan el arroz de los semilleros y hacen las garbas, que casi siempre son mujeres, o niños, o los empleados fijos de cada propiedad. Los que llevan las ‘bestias’, algunas veces llamados ‘arreadores’, y reparten las garbas. Habrá una mujer o un niño por cada 10 ‘plantaores’ que se ocupen de arrimar las garbas descargadas desde el  ‘trineo’. El chanca, o aguador, que lleva el agua, el vino y la comida a la cuadrilla. El manijero, que es el que se encarga de hacer que se esté en el tajo a una determinada hora y se de dé de mano para el bocadillo, para comer, o para finalizar el día. Es la mano derecha del capataz, que a su vez  es la mano derecha del propietario. En el campo la mano derecha es la que manda y las cosas se hacen por derecho, eso lo entiende todo el mundo y por eso el campo tiene pocas reglas y con esas basta.

La cuadrilla

A las siete de la mañana el agua esta fría pero el barro se siente tibio y suave. Chapoteos y voces llenan el aire, los charranes pican atrapando ranas y alevines de carpa. Las mujeres llenan los trineos de garbas, ya lavadas y sin fango. Los encargados de las bestias las arrean para deslizar los cargados trineos.

-          Aaarreee muuula, joia, no te coma lah hierba…!
-          Más ligero con esas garbas que los plantaore ya están esperando!
-          Yéname er trineo apriza, que va corto er reparto…

La cuadrilla en una larga fila, todos inclinados, van metiendo los ‘piquetes’ en el fango. Hay que hacerlo con rapidez y cuidado, para que no se suelten con el viento y las pequeñas olas. Toda la fila se mueve por igual, retrocediendo en pequeños pasos,  quedando el frente lleno de los verdes tallos del arroz joven. Algunos plantaores llevan gorras, otros sombreros de paja. A media mañana el calor y la luz reflejada en el agua invitan a buscar cualquier sombra.

Las mujeres llevan pañuelos que dejan ver solo sus rostros enmarcados como en una foto romántica. Blancos con lunares negros, o rojos, o verdes… Sobre la cabeza los grandes sombreros de paja evocan exóticas escenas chinas. Con el chapoteo y el lanzamiento de las plantas hacia los ‘trineos’ van quedando los rostros salpicados de motas de fango.

El capataz, con el primer cigarrillo del día, el humo lento en el aire calmado, vigila, entornados los ojos que todo se haga ‘como está mandao…’, con la rapidez que la tarea quiere.

-          Niñaaa, echa mas garbas que ese trineo va mu suelto toavia.
-      Jocelitoooo, lava esas matas mejooo, hijo, que llevan mucho fango, que estas dormio joiooo!.

Todos saben lo que hay que hacer, pero alguien lo tiene que decir. Un capataz no es solo un vigilante. Es un libro de recuerdos y modos de trabajo.

-          ¡Andeee vaaa con ece mulo, cohone, que lo esta pisoteando tooo…! ¿Cuánta vese he dicho que a la bestia hay que yevarla corta en esta faena?

Los trineos son plataformas de madera hechos con tres vigas macizas que hacen de esquíes y por la delantera están curvadas hacia arriba para facilitar el deslizado. Sobre estas vigas se clavetean planchas de madera transversales que constituyen la plataforma de carga.

Algunas mujeres se arrancan a cantar. Cantes de sierra, cantes de secano, cantes de minas y de fragua. Coplas, sevillanas, fandangos, bulerías y soleares. Todo suave, coreadas a veces, escuchadas en un silencio de chapoteos y afanes. Las manos, ya blanquecinas del trabajo en el agua vuelan una y otra vez al pañuelo que cubre el pecho para secarse un poco antes de limpiarse el rostro salpicado. Y siempre la risa, el trabajo es duro, pero hay felicidad y se disfruta la compañía.

-          Y tu de ande viene?
-          Yo soy de Casariche

Y lo dice Antonia con una entonación serrana que te llega al corazón, suave, sedosa, de marcadas eses.

-          Yo soy de Graná, de un pueblo chiquitiyo de allí cerca.
-      Yo tengo a mi mario en la cuadrilla, y si no para de mira pacá le van a desi argo, que seloso eh er joio..

   Y al decir esto no puede evitar una chispa en la mirada que la hace mas mujer, sin explicación racional que valga, porque el ser mujer como el ser hombre no entra en lo racional ni con calzador. Eso lo sabiamos entonces, lo sentiamos, porque saber, saber nunca se sabe ni se dice. Hoy hay que pedir cita para el sicologo, si tienes suerte y el juez no te ha mandao al penal de zorras con cojones. Eppur si muove (1) ... peazo de tia, cacho de hombre.

El capataz se ha marchado a otra parte de la finca y el manijero da de mano para el bocadillo. Salen del campo y se sientan en los almorrones y en el camino. Se abren las talegas y se sacan las fiambreras de aluminio, las botellas forradas de nea para mantener fresquita el agua. Tenedores y cucharas de palo. Se come entre risas y más charla.

El chanca ha llegado con su bicicleta. En un par de serones lleva 2 grandes garrafas, una con agua, con manzanilla pasada la otra. Es un vino fuerte, de mas de 15 grados, como la que ponen en la cantina de Becerra, la casa de borrachos que dirá Alvarito años mas tarde. Los plantaores se van a beber al menos dos garrafas como esta cada día. Apenas se achispan, el trabajo es tan duro que todo se suda. Aunque siempre hay alguno que bebe menos hay otro que bebe mas, el vino nunca se desperdicia… No faltan los comentarios:

-          Jaaaay, joio, como le dah ar trinqui…!
-          Curritooo, que te gusta mah er vino que a un bubiyo un bishooo…

Al agua de nuevo. El sol pica a finales de Mayo. Las mujeres agitan a veces sus sombreros como si fueran abanicos. Una ligera brisa se alza y un cante suave le sigue, agradecidos todos por el fresco que alivia la calor.

Llega el mediodía. Se para durante una hora. Algunos niños se acercan con más comida para las mujeres de la plantera, para los hombres. El chanca trae, para la cuadrilla, una garrafa de vino y una gran olla de garbanzos y pringá, que ha estado cociendo desde las ocho de la mañana. Nadie en el mundo lo hace mejor que Remedios, la de Olvera, la mujer del capataz. Se acercan los hombres con la fiambrera y la llenan del oloroso potaje. Un buen vaso de vino. Se abren las albaceteñas que sirven para todo. Los de la zona, como el ‘Patillas’, o Antonio el ‘Barbero’ comen en silencio, masticando lentamente y con la mirada en algo que está mas allá del cielo o del horizonte. Los otros charlan tras el primer arrimo a la pitanza.

-          Yo me voy cuando termine la planta. Tengo a mi padre ya mu viejo en el pueblo, y es menester que esté allí pa llevá el huertiyo y aprovechá el verano.
-          A mi me quea un mé po lo meno. Me voy a queda pa la replanta, y si se puede tambié jaré la escarda. Ya veremo lo que dice er capatah…

Las voces son huecas, salen de la garganta, con gravedad. No es la voz de la broma, la del tajo en plena faena. Es la voz de la seriedad ante la vida, de la dignidad, de lo que uno quiere o tiene que hacer. O del deseo..

-          Po yo ehtoy deseando darme un arrimo a Seviya cuando acabe la planta. Hay una mushasha en la Alamea que me tiene enganao. Y no eh la primera veh que la buhco..

El Patillas es tan serio que aun diciendo esto parece que fuera  más a perpetrar un deber que a buscarse un alivio. Pero deja salir un tonillo orgulloso que lo hace más normal. 

Adentro de nuevo. El aire encalmado y caliente. La humedad levanta vaharadas de sofoco. Pesa la comida y el vino confunde las sombras con los reflejos temblorosos del agua agitada.  La tarde es pesada, pero cuando la sombras se hacen alargadas se alza la brisa de poniente y las últimas horas vuelan. Todo el cuerpo es como una máquina que repite incansable el movimiento. Agacharse, plantar, coger el piquete, agacharse, plantar… 

El sol besa el horizonte. La cuadrilla se marcha.

(1) La frase atribuida a Galileo, ha sido utilizada con mucha frecuencia por gentuzilla desinformada y maliciosa, un tipo de personaje escupible y abundante, normalmente, en la orilla anti-todo de cualquier rio . Un magnifico articulo publicado en Investigación y Ciencia en 2008 revelaba que el altercado con la Iglesia no tuvo como motivo el heliocentrismo (Copernico ya publicó su teoria al respecto bastantes años antes, si bien los paletos anti ecclesia actuales se quedan en esto, y de aquí pasan a la hoguera, supongo que la de la barbacoa que se montó Galileo para celebrar su castigo, dan pena esos mocos mentales) sino el descubrimiento de los satelites de Jupiter y la ruptura que suponia esto con el modelo de Ptolomeo - Aristoteles (el divino orden de las esferas), además del incumplimiento de una promesa hecha al papa Urbano VIII acerca de la publicación de sus teorias. Afortunadamente este articulo de Wiki lo deja claro: http://es.wikipedia.org/wiki/Eppur_si_muove . A veces en Cotos durante la siega, en los secaderos coincidiamos hasta 5 tractoristas licenciados Universitarios. En Cotos tambien entra Galileo.

4 comentarios:

  1. En esa época las mujeres que trabajaban en el campo se tapaban para no ponerse morenas: sombrero de paja,guantes de fregar,pañuelos tapando la cara... para estar "blancas como las señoritas"
    No podía delatarle la morenez. Los zagalones y muchachos despreciados en el "paseo" voceaban a las muchachas, al alejarse entre risas:
    -¡ Será presumía la joíatonta...con más zorrúa en las patas que el canal del colertó...!

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  2. Se tendrá en cuenta lo de la morenez (me viene bien para recordar un dicho rimado acerca del deseo de estar blancas), si bien en Cotos por aquella época la palabra 'colertó' aun cumpliendo con los requisitos fonéticos mínimos para ser homologada como de raza, excedia lo imaginable. Lo que no se puede negar es que suena 'Moñiguero' que te cagas.

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  3. He leido los relatos de cotos. Muy buenos. Hay historias de personas atadas a un lugar que en un tiempo existió. Recordarlo es lo que le da vida de nuevo. Sigue Javier.

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  4. Gracias por el comentario. Pero si puede ser con nombre se agradece mas. Hasta pronto.

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