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Este obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported. Cuadernos de Casa Alta: Historias del Viso. Cap 19. Aqui no se cabe (Navidad)

jueves, 8 de marzo de 2012

Historias del Viso. Cap 19. Aqui no se cabe (Navidad)



    Aquí no se cabe (Navidad)

‘Che ¿que no vais a dormir encara?’. El tío Rafael era ‘El vamos a la cama’ o mejor dicho ‘El iros a la cama, collons’. Para animar a la tropa echaba mano al cinturón y comenzaba la migración diaria de pre-durmientes escalera arriba. Aunque Rafa y yo, incluso Pepelu y Germán, no éramos de los mas mayores, se nos dejaba que aguantáramos mas tiempo, pero todos los demás se ‘enranchaban’ al compas del cinturón del tío.

Las niñas eran más obedientes y se marchaban a dormir con menos bulla. También eran más inteligentes y se llevaban bastante bien entre ellas. El sistema de dormir en parejas era obligado y en una ocasión Ester, sonámbula ella, le dijo a Silvia ‘Tu te acuestas en la alfombra, prima’ con tanta seriedad que Silvia le hizo caso y casi se queda tiesa de frio en ‘plena nit’.

Que los chavales estuvieran en la habitación no quiere decir que se durmieran, ni mucho menos. Aguantaban como jabatos, y no perdían el tiempo. Lo primero una buena batalla de almohadas y abordajes entre camas. Cuando algunos de los más pequeños ya lloraban desconsoladamente, la aparición amenazadora del tío Rafael o similar, aquietaba un poco el panorama y se pasaba a una subversión encubierta.

Perico tardaba poco en coger el sueño, pero eso si, dejando la almohada bien ‘planchada’ con el vaivén de cabeza. Manolo no tenía especialidad. Si tocaba dormir dormía y listo.

Pero el verdadero grupo Antiglobalización era el formado por Alberto, Álvaro y Fernando, con un liderazgo indiscutible del primero. Y eso tenía que ver con la panzada de naranjas y la generación de gases de efecto invernadero. Alberto era una maquina de metano a todo gas, aunque los otros tampoco se quedaban muy d’arrere. Además de la emisión de gases a escape libre tenían técnicas de ‘guarrilla urbana’ como tapar con la manta al compañero, cuescarse lo mas posible y agarrar la manta con todas las fuerzas para evitar que el colega saliera de allí. Era una pelea canalla, un verdadero juego sucio. El que primero se durmiera se arriesgaba a un mal despertar.

Para cuando el resto llegaba a la piltra, el cuarto tenía un superávit de temperatura de por lo menos 5 grados mas que el pasillo y el aire una consistencia de melaza, si bien su aroma carecía del exotismo correspondiente, siendo calificable de ‘Poco apto para la vida humana inteligente’.

Bastaba con que Rafa o yo hiciéramos un comentario al respecto, para que los orgullosos productores, con risas socarronas, se apresuraran a hacer una nueva demostración de poderío aéreo.

Algo bueno tenía aquello. Nunca nadie pilló una pulmonía en aquel frio cuarto.

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