Aquí no se cabe (Navidad)
‘Che ¿que
no vais a dormir encara?’. El tío Rafael era ‘El vamos a la cama’ o mejor dicho
‘El iros a la cama, collons’. Para animar a la tropa echaba mano al cinturón y
comenzaba la migración diaria de pre-durmientes escalera arriba. Aunque Rafa y
yo, incluso Pepelu y Germán, no éramos de los mas mayores, se nos dejaba que aguantáramos
mas tiempo, pero todos los demás se ‘enranchaban’ al compas del cinturón del tío.
Las niñas
eran más obedientes y se marchaban a dormir con menos bulla. También eran más
inteligentes y se llevaban bastante bien entre ellas. El sistema de dormir en
parejas era obligado y en una ocasión Ester, sonámbula ella, le dijo a Silvia
‘Tu te acuestas en la alfombra, prima’ con tanta seriedad que Silvia le hizo caso y casi se queda
tiesa de frio en ‘plena nit’.
Que los
chavales estuvieran en la habitación no quiere decir que se durmieran, ni mucho
menos. Aguantaban como jabatos, y no perdían el tiempo. Lo primero una buena
batalla de almohadas y abordajes entre camas. Cuando algunos de los más
pequeños ya lloraban desconsoladamente, la aparición amenazadora del tío Rafael
o similar, aquietaba un poco el panorama y se pasaba a una subversión
encubierta.
Perico
tardaba poco en coger el sueño, pero eso si, dejando la almohada bien ‘planchada’
con el vaivén de cabeza. Manolo no tenía especialidad. Si tocaba dormir dormía
y listo.
Pero el
verdadero grupo Antiglobalización era el formado por Alberto, Álvaro y
Fernando, con un liderazgo indiscutible del primero. Y eso tenía que ver con la
panzada de naranjas y la generación de gases de efecto invernadero. Alberto era
una maquina de metano a todo gas, aunque los otros tampoco se quedaban muy
d’arrere. Además de la emisión de gases a escape libre tenían técnicas de
‘guarrilla urbana’ como tapar con la manta al compañero, cuescarse lo mas
posible y agarrar la manta con todas las fuerzas para evitar que el colega
saliera de allí. Era una pelea canalla, un verdadero juego sucio. El que
primero se durmiera se arriesgaba a un mal despertar.
Para
cuando el resto llegaba a la piltra, el cuarto tenía un superávit de
temperatura de por lo menos 5 grados mas que el pasillo y el aire una
consistencia de melaza, si bien su aroma carecía del exotismo correspondiente,
siendo calificable de ‘Poco apto para la vida humana inteligente’.
Bastaba
con que Rafa o yo hiciéramos un comentario al respecto, para que los orgullosos
productores, con risas socarronas, se apresuraran a hacer una nueva
demostración de poderío aéreo.
Algo bueno
tenía aquello. Nunca nadie pilló una pulmonía en aquel frio cuarto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por ignorancia en el manejo del blog no estaba permitida la escritura de comentarios. Les animo a hacerlos, si les place,,,