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Este obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported. Cuadernos de Casa Alta: La habitación cerrada - Presencia

sábado, 25 de febrero de 2012

La habitación cerrada - Presencia


Presencia

Desperté de golpe, con esa lucidez que te hace sentir que eres de cristal, que tal como ves el mundo eres visto. Sin transición, como en las visiones de un sueño, comencé a preguntarme que hora era, y al tiempo, mientras dejaba de importarme eso,  supuse que había despertado por una presencia cercana, eufemismo que en lo paranormal significa fantasma o espíritu.

Mi educada mente racional colaboró enseguida dándome pistas que soportaran esta hipótesis, (recuerda ‘El sexto sentido’, ¿tienes la piel erizada? ¿te sientes observado?) mientras la parte sensual, mi querido bicho primitivo, se preparaba para sentir algo de aprensión por algo que ‘ ... es de mucho miedo’. El Descartes volvió a la carga: ‘no estas preparado para dialogar con un espíritu, este no es momento de ponerte a sentir miedo’. Así es la parte seria de mi coco: no es el momento, no es de buen gusto. Ganó. Me di la vuelta y traté de dormir. A fin de cuentas me había acostado más temprano para tener el día de un guerrero: a por todas con energía.

Hubo algunas cosas mas, me planteé si debía hacer un esfuerzo, algo ligero por lo menos, por querer a cualquier espíritu que en su soledad probara conmigo ¿Cómo se quiere a un espíritu...? obvia respuesta: como a uno mismo,¿se puede querer de otro modo? por lo que ahora sé posiblemente no, o por lo menos eso no es amor, pero era un tema demasiado gordo para enfrentarlo en ese momento, más de cuarenta años de pruebas y experiencias no se resumen en un rato. Dormí.

He estado muy ocupado estas dos últimas semanas, aunque más que ocupado debería decir embebido, me falta tiempo porque se escurre como el agua por los cabellos y solo percibo lo que queda. La verdad es que hacía tiempo que no me entregaba al trabajo como ahora. Hay algo bueno y algo asfixiante en esto. Toda mesura es difícil. Como con el amor.

A veces creo percibir el lugar común de las cosas, y no lo entiendo con el sentido peyorativo de lugar común, sino como el punto en el que confluyen todas las cosas, sensaciones, deseos, emociones, que son tu espíritu. El centro de uno mismo, donde está nuestra fuerza y nuestra angustia. Es incomprensible, pero la sentimos como algo conocido.

El desconcierto es la mayor parte de mi vida y en este momento lo quiero. De igual modo que me encanta escribirte esto, me sale fácil porque te lo confío como los secretos de amigo a amigo.

A la sencillez se le suele calificar, con malevolencia, de simpleza. Puede que sea un simple porque en este momento todo mi deseo es conseguir una bombona de butano, y de este modo lo que haya habido de lucidez en mi relato de un hecho insignificante, quedará reducido a una estupidez, porque un simple solo produce simplezas. Esto forma parte del desconcierto y hoy lo amo intensamente.

En Sevilla, Febrero de 2003

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