1.953
El tío Paco no tenía dientes y a nadie le contó cómo o dónde consiguió
aquella dentadura completa, grande y perfecta que trajo de Sevilla. A base de
lima y piedra de amolar fue adaptándosela con paciencia. Era habilidoso el tío
Paco. Me entusiasmaba su radio de galena. Por los auriculares, tras los
chirridos, pitidos y desvaídas señales de Morse, se oía con nitidez el cornetín
de órdenes que prologaba el parte diario de Radio Nacional de España –“¿Se
escucha bien, Juanito?”, “Si, tío”- y en el rostro feo y enjuto del tío Paco se
iniciaba una sonrisa, nunca acabada, de satisfacción.
Después de unos días de hábil
manipulación apareció con la boca tan llena de dientes que la cerraba con
dificultad; se le amplió la base del rostro adquiriendo un cierto aire de
ferocidad cómica. Nunca supimos para qué quería aquellos dientes tan grandes
porque se quitaba la dentadura para comer. En verano siempre tenía en su
chavolo algún melón increíblemente fresco y cortaba las tajadas con una hoz
vieja. La infantil trasgresión de comer melón a deshora me entusiasmaba –“Mira,
Juanito, se cruje de bueno”- y el melón de cáscara verde y rugosa casi se
partía solo al pincharlo con la punta de la hoz. Mi tío atacaba las tajadas con
unas encías capaces de partir almendras, y los dos, en la frescura del
chavolo, trasgredíamos el rígido horario
de una educación estricta. De cualquier forma, el tío Paco era una trasgresión
con patas. En los estantes del desastrado cuarto se amontonaban libros mugrientos:
Balzac, Cervantes, Galdós, Balmes, Joaquín Costa, José Antonio y una gruesa
Biblia en latín que se sabía casi de memoria. Lo de la Biblia le daba un cierto
tufillo sospechoso. Acojonaba al simple de Don Sebastián, el cura del poblado,
cuando le planteaba alguna cuestión teológica. A veces cogía un libro y me leía
un párrafo al azar. No entendía nada, pero me gustaba. Cuando se puso la
dentadura le cambió la voz de flauta nasal a un registro seco y enronquecido
que me producía un ligero temor.
Insólito para todo, pescaba albures con
caña con una habilidad que nadie podía imitar. Los asaba sin destripar y se los
zampaba con deleite. Era un hombre solitario y extrañamente culto; un dislate
en aquella marisma durísima en plena etapa de trasformación arrocera. La gente
de los barracones lo tenían por sabio y a mi me entusiasmaba su gramola con
grandes discos negros con un simpático
perrito en el centro de inteligente ademán. –“Escucha, Juanito, esta música es
de Don Ricardo Wagner, el más grande músico que haya existido jamás”- y con
estas solemnes palabras me mostraba un grabado desvaído y muy cagado de moscas
donde se veía un tipo de rostro acerado y antipático tocado con una especie de
boina enorme. El grito de guerra de la Walkiria recorría el
llano desolado que circundaba el chavolo.
Decía que a las cluecas les gustaba mucho la música de Don
Ricardo. Las vecinas de los barracones le llevaban sus gallinas para que
incubaran en un cobertizo que tenía tras el cuartucho. Aseveraban las vecinas que no había nadie como el tío
Paco para sacar pollitos y desde finales del invierno hasta los primeros días
del verano siempre había en el cobertizo treinta o cuarenta gallinas incubando,
cada una en su espuerta con un cesto invertido a modo de tapadera. A una hora
determinada, en la penumbra de la estancia, las sacaba en grupos para comer y
beber. El olor ácido que dejaban las cluecas con sus cagadas se mezclaba con el
humo de la pipa requemada del tío Paco que expelía un tufo parecido al de la
máquina del tren que en Navidades nos llevaba a Valencia, que estaba muy lejos,
en la otra parte del mundo, y se tardaba mucho en llegar.
Un día de principios del verano me llevó
a pescar albures al muro del Canal Grande. Estaba constipado y comenzó a estornudar con tanta violencia
que la dentadura se le escapó de la boca y fue a parar al agua. Y allí me
tienes, zambulléndome en el agua turbia. No tuve ningún éxito pero me demoré
todo lo que pude en las zambullidas bien asegurado por el cinturón del tío Paco
que ató a mi cintura y sujetaba con firmeza.
Joan de la Creu Fotut y Arrimat a Marche
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por ignorancia en el manejo del blog no estaba permitida la escritura de comentarios. Les animo a hacerlos, si les place,,,